¡Hola!
Pensabas que ya no
volvería, ¿verdad? Pues tengo que confesarte que yo tampoco lo tenía muy
claro... Empecé con el firme propósito de escribir cómo mínimo un post a la
semana y ya ves el resultado...
Llegados a este punto he tenido
que reflexionar y me he dicho: “a ver, este blog lo haces porque te gusta, no es una obligación: si no hay post todas las semanas, no se va a acabar el
mundo”. Así que no me voy a agobiar si no escribo cada semana (porque ese
agobio lo que me produce es el efecto contrario a lo deseado: no hay
inspiración, no sé que contarte... y es el pez que se muerde la cola). Y no
quiero abandonar este proyecto nada más empezarlo. Tienes que saber que soy muy
impaciente y demasiado perfeccionista conmigo misma; y a veces hay que dejar
que las cosas sigan su ritmo... Estoy empezando, poco a poco, y ya iré viendo
si puedo o no escribir cada semana e intentar encontrar un sistema que me
permita dar una periodicidad a mi blog.
Bueno, después de este
rollo de porqué no escribo tan a menudo como quisiera, te explico lo que vengo
a enseñarte.